No ha habido menos esfuerzos para
tratar la dislexia que para definirla. Incluso ha habido un sinnúmero de listados
con nombres de personajes famosos que presuntamente han padecido este
trastorno. Algunos incluyen personajes como Leonardo Da Vinci o Albert Einstein,
otros van desde Walt Disney hasta Winston Churchill, algunos sugieren nombres
más contemporáneos como Jack Nicholson o Quentin Tarantino. Sin embargo, el
debate sobre la posibilidad de diagnosticar de forma póstuma esta anomalía no
está cerrado ni, por lo tanto, claro. En otras palabras: es mejor estar al acecho
de los síntomas en vida y allí precisamente está el objeto de esta columna.
La dismapia es la forma de dislexia
que se relaciona con la dificultad para leer mapas, orientarse y diferenciar –por
ejemplo- la derecha de la izquierda.
Hace un par de años durante una reunión
en el Hotel Aristi a la que asistieron, entre otros, el recién liberado,
Sigilfredo López; el empresario y excandidato a la alcaldía de Cali, Ramiro Jurado;
un puñado de liberales y Piedad Córdoba; se encontraba también presente el
actual Contralor Municipal, Dr. Gustavo Ampudia; quien en su intervención no ahorró
elogios para la entonces Senadora liberal.
Resaltó su valentía, su decisión y echó algunas otras flores antes de
extenderle invitación a Yumbo durante su campaña para brindarle su
incondicional respaldo.
Unos meses después y el mismo
personaje repitió casi las mismas palabras elogiosas en una reunión que se
llevó a cabo durante la campaña de la Senadora Dilian Francisca Toro (del
Partido de la U) en la sede del entones concejal (¡liberal!) Jaime Rodallega
Polanco.
Cuando intenté indagar si la causa del
hecho se debía a alguna confusión física de ambas senadoras, a un mal
pronóstico de Alzheimer o quizás a alguna edipizante causa, estuve a punto de
hacerme acreedor de una merecida tunda por parte de aquel personaje que, como
lo establece uno de los síntomas de la dismapia, confundió algo más que la
derecha con la izquierda.
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