jueves, 7 de noviembre de 2013

Por donde juegue pierde

Publicado en: TodoSeSupo.com



La muerte y Piedad Córdoba son ya viejas amigas, a tal punto que tienen tanto de viejas como de amigas. Ella ha tenido que aprender a sortearla desde el trágico momento en que la conoció (y Piedad a la muerte también). Básicamente porque (Piedad) es una de esas personas que viven más «para la política» que «de la política» como decía Max Weber. Y vivir así, sobre todo en un país como el nuestro, no sólo es una profesión de baja rentabilidad sino además de alto riesgo. En suma: un mal negocio, muy malo. Por eso hablar de «muerte política» —al menos en el caso de Piedad— es casi un pleonasmo. Hacer política ha sido siempre codearse con la muerte.
Es sabido que hace ya unos años, el procurador Alejandro Ordoñez Maldonado decidió destituir e inhabilitar a Piedad con base en una serie de pruebas que más tarde la propia justicia colombiana declararía como inválidas; por ejemplo: el (¿o los?) computador (¿o computadores?) del asesinado comandante de las FARC, Raúl Reyes. El fallo del Procurador que, hay que decirlo, tiene tanto sustento como la conocida historia de la fértil cigüeña que nos trajo al mundo, pretende deducir —o mejor, inducir— que Piedad pertenece a la insurgencia.
La mala costumbre de asemejar al Procurador con un personaje medieval, deja entrever claramente un absoluto desconocimiento sobre lo que fue ese importante período para la historia de la Humanidad. Sin embargo, el mencionado fallo se asemeja, al menos un poco, a una conversación de un par de personajes de «El nombre de la rosa», la conocida novela de Umberto Eco.
Jorge de Burgos, viejo bibliotecario de una abadía benedictina y Guillermo de Baskerville, audaz investigador franciscano, debaten sobre la licitud de la risa. El cortopunzante Guillermo atormenta al venerable anciano tratando de persuadirle de los beneficios, de todo orden, que trae consigo el humor. Pero «Cristo no reía» o al menos Jorge de Burgos no encuentra evidencia en las escrituras de que así lo haya hecho; sin embargo, interpela fray Guillermo, tampoco se dice que no lo hiciera y si bien es cierto que «la risa fomenta la duda» no es menos cierto que «a veces es justo dudar».
Jorge de Burgos ha dicho que «la risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara» y, agrega, que «hace que el hombre parezca mono», pero fray Guillermo insiste: «los monos no ríen», la risa es un atributo propio del humano. —¡Como el pecado!,— remata el ciego anciano.
En fin, por más esfuerzos que haga el ecléctico —y escéptico— monje franciscano, el dogmático Jorge siempre halla la forma de pretextar su posición. Finalmente fray Guillermo con aparente resignación se disculpa condescendientemente y justo cuando parecía estar más cerca de demostrar su proposición, abandona la disputa. Al menos por el momento.
La diferencia con el Procurador es que Jorge de Burgos por lo menos sí escucha a su contraparte.
El concho:


I. También es grave, pero lo que la Corte Constitucional dijo no fue que Piedad fuera de las FARC sino que el Procurador sí tenía facultades para destituirla.

II. Pido disculpas a Jorge de Burgos (personaje ficticio inspirado en Borges) por compararle con el Procurador.


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