domingo, 12 de febrero de 2012

Intento de defensa del arte

Publicado en TodoSeSupo.com

¿Puede la filiación política de un artista –o su propio origen- opacar toda su obra por más que esta haya contribuido al desarrollo del arte? Esa es precisamente la polémica que se desató en vísperas de la conmemoración del aniversario de Louis-Ferdinard Céline. Pese a haber introducido un nuevo estilo y a sus grandes contribuciones a la literatura francesa, sus detractores lograron que sus partidarios nos quedáramos con los crespos hechos. Su gran pecado: haber sido partidario del nazismo.
Las políticas de inclusión modernas se caracterizan por ser injustificadamente excluyentes con la exclusión. Se asume de entrada que el otro está motivado por ideales oscuros, perversos y demoníacos, lo que, entre otras cosas, ha dificultado la comprensión del asunto.
Pero la polémica va más allá de la simpatía de Céline por el nacionalsocialismo alemán. El problema ético de fondo que se hizo visible fue el de la importancia de lo político sobre cualquier otra contribución, incluso hasta opacarla. En ese caso, pensar diferente es igual o peor a no haberlo hecho nunca.
Independientemente de que un artista se incline por el nazismo, el comunismo, el capitalismo, el discordianismo, el pastafarismo o el importaculismo ¿justifica esto descartar su obra? Unos dicen sí y otros que no, pero la Administración Municipal actual parece ser de los primeros.

1 comentario:

Entre el espanto y la ternura... dijo...

Lo terrible... en mi opinión- es la neutralidad.